(ZENIT Noticias / Brasil, 07.05.2025).- La Hermana Teresiana, nacida el 27 de mayo de 1908, falleció en paz el 30 de abril de 2025, a la edad de 116 años, a pocas semanas de cumplir 117 años. Su fallecimiento cierra un capítulo memorable en la historia y marca el final de una vida dedicada a la educación, la fe y el servicio.
Reconocida como la persona viva de mayor edad por el grupo de investigación sobre longevidad LongeviQuest, la Hermana Inah fue más que una supercentenaria; fue testigo de la transformación de todo un siglo. Desde el papado de San Pío X hasta la muerte del Papa Francisco, la Hermana Inah vivió diez pontificados, dos guerras mundiales, el auge y la caída de dictaduras y una revolución en las comunicaciones globales.
Se unió a la congregación Teresiana en 1927, con tan solo 19 años, en una época en la que el papel de la mujer en la vida pública aún era muy limitado. Sin embargo, entró en las aulas con confianza, convirtiéndose en una querida educadora de portugués, matemáticas, historia, ciencias, arte y religión. Generaciones de estudiantes en Río de Janeiro, Itaqui y, especialmente, Santana do Livramento —la ciudad que llegó a llamar hogar— la conocieron como mentora y guía moral.
Su devoción por la enseñanza se correspondía con su profundo compromiso religioso. En una inusual entrevista en marzo de 2024, la Hermana Inah atribuyó su longevidad al hábito diario de rezar el Rosario, no por sí misma, sino «por todos en el mundo». Incluso cuando la edad le impidió hablar y le nubló la vista, su rutina diaria continuó: oración, humor y amabilidad.
El legado de la Hermana Inah también incluyó una sorprendente dosis de activismo musical. Ayudó a fundar bandas de música estudiantiles en el Colegio Santa Teresa de Santana do Livramento y en Rivera, Uruguay, dos ciudades fronterizas pero que comparten un mismo latido cultural. En una época en la que se esperaba que la mayoría de los religiosos permanecieran en silencio tras los muros de la escuela, ella ayudó a llenar esos muros de música.
Aunque conocida por su piedad y pedagogía, la Hermana Inah albergaba una ardiente pasión secular: el fútbol. Hincha de toda la vida del Sport Club Internacional, sus ojos aún se iluminaban al mencionar a su equipo. Su lealtad al «Inter» era inquebrantable, un toque humano que la hacía aún más querida.
Si bien los 116 años de la Hermana Inah son una hazaña extraordinaria, no era la monja de mayor edad registrada. Ese título aún pertenece a la Hermana André (Lucile Randon), una religiosa francesa que falleció en 2023 a los 118 años. Pero Inah Canabarro Lucas sigue siendo un símbolo de resistencia espiritual y resiliencia serena. Sus últimos años, marcados por la fragilidad física, no opacaron la esencia de su carácter: alegre, devota y silenciosamente radiante.
Con su fallecimiento, el título de la persona viva más longeva del mundo ahora recae en Ethel Caterham, del Reino Unido, de 115 años. Pero los números solo cuentan una parte de la historia. La vida de la Hermana Inah no solo fue larga; Estuvo profundamente lleno de lecciones enseñadas, oraciones susurradas, bandas dirigidas y corazones conmovidos.
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