FOTOGALERÍA: así fue la visita sorpresa del Papa León XIV a los agustinos de Roma

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(ZENIT Noticias / Roma, 13.05.2025).- El Papa León XIV regresó el martes a un lugar considerado durante mucho tiempo su hogar espiritual: la Curia General de la Orden de San Agustín. La visita, realizada el día de la festividad de Nuestra Señora de Fátima, fue su primera a la sede agustiniana desde su ascenso al papado; sin embargo, se sintió más como una reunión familiar que como un evento formal.

Poco antes del mediodía, en un modesto coche negro procedente del Vaticano, el Papa pasó junto a la columnata de Bernini y recorrió la Via Paolo VI hasta el mismo edificio donde vivió durante doce años, de 2001 a 2013, como Prior General de los Agustinos. Sin gran séquito. Sin ceremonia coreografiada. Solo un pastor que regresaba a su comunidad.

Entre los muros familiares, el Papa León presidió una misa privada en la capilla, rodeado de hermanos con quienes había compartido la vida cotidiana. La capilla, resonando con cantos y suaves oraciones, se convirtió en un espacio no de formalidad papal, sino de memoria fraterna. El momento, además, no fue casual. El 13 de mayo, aniversario de la primera aparición de la Virgen María en Fátima, añadió una nota de resonancia espiritual a la reunión.

Después de la Eucaristía, el Papa se reunió con los frailes para almorzar, sentados en la misma mesa donde solía compartir el pan con ellos como el P. Robert Prevost. Según el actual Prior General, el P. Alejandro Moral, la visita fue sencilla en la forma, pero profunda en espíritu: «Solía ​​venir a comer con regularidad cuando era cardenal», explicó Moral. «Esta visita era su forma de agradecer a la comunidad, de regresar a casa. Era muy familiar, muy cálido».

Fue, en esencia, una reunión de hermanos. Personal de cocina, empleados veteranos e incluso conserjes aprovecharon la oportunidad para saludar al Papa. «Él conoce a todos aquí, y todos lo conocemos a él», dijo el P. Moral con una sonrisa. «Eso es lo que lo hizo tan hermoso».

Aunque la reunión se celebró a puerta cerrada, su significado se extendió a la calle. A pesar del repentino aguacero que azotaba la Ciudad Eterna, cientos de personas se congregaron en la plaza frente a la Curia, con la esperanza de vislumbrar al Papa que ahora sentían perteneciente al mundo, pero que, en el fondo, seguía perteneciendo a ellos.

El Papa León XIV apareció alrededor de las 15:00 h, saludando brevemente a la multitud empapada por la lluvia con una sonrisa y una bendición. Sin discursos ni formalidades, solo presencia.

El estilo de vida agustiniano, basado en la Regla de San Agustín, exige una forma radical de comunidad: «Vivir en armonía, con una sola mente y un solo corazón en el camino hacia Dios». Este principio orientó los años de León XIV como Prior General, y parece seguir guiando sus primeros años de papado. «Nos dijo que debemos permanecer siempre cerca unos de otros», dijo el Padre Moral, «y vivir en comunión, como enseñó San Agustín».

En un mundo donde el papado a menudo parece distante y ceremonioso, la visita del lunes ofreció un discreto contrapunto: un liderazgo arraigado en la relación, una santidad forjada en la humildad y un Papa que aún atesora los lazos que lo formaron inicialmente.

Para León XIV, la sede de Pedro puede ser ahora su hogar, pero su corazón, al parecer, aún late al ritmo de la fraternidad. 

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