(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 20.05.2025).- El Papa León XIV realizó una visita inesperada el martes al Dicasterio para los Obispos, institución que dirigió como Prefecto hasta su elección al papado. El Papa presidió una misa privada en la capilla del Dicasterio, regresando no solo como ex superior, sino ahora como Obispo de Roma y Sumo Pontífice.

La visita, que tuvo lugar alrededor de las 10:00 h, fue realizada en una modesta minivan oscura. Es el mismo vehículo que utilizó en anteriores excursiones inesperadas, incluyendo su peregrinación del 10 de mayo al Santuario de Nuestra Señora del Buen Consejo en Genazzano y su celebración eucarística del 13 de mayo con frailes agustinos en su casa general. Estas tres salidas sucesivas sugieren que el Papa León XIV pretende hacer de estas visitas discretas un elemento recurrente de su estilo papal.

Pero lo que podría parecer espontáneo también es profundamente intencional. Al regresar al Dicasterio para los Obispos, el Papa León XIV revisó el corazón mismo del gobierno episcopal del Vaticano, donde, hasta hace apenas unas semanas, contribuía a moldear el liderazgo de la Iglesia global recomendando nuevos obispos y supervisando el delicado proceso de nombramientos episcopales. Su presencia allí, ahora como pastor de la Iglesia universal, resonó profundamente en quienes trabajaron junto a él.

Los testigos describieron el ambiente como reverente y alegre. Una modesta multitud se reunió cerca de la Plaza de San Pedro y a lo largo de la Via dei Corridori, viendo al Papa entrar y salir. Aplausos espontáneos y gritos de «¡Viva el Papa!» resonaron por la plaza, reflejando un sentimiento público que rápidamente se ha adaptado al carisma discreto y la presencia tangible del nuevo Pontífice.

Aunque breve, la visita refleja los rasgos distintivos del ministerio del Papa León XIV hasta la fecha: humildad, conexión personal y un fuerte sentido de continuidad con su vida anterior. Para él, el papado no representa una ruptura con sus responsabilidades pasadas, sino una profundización en ellas. Su paso por el Dicasterio no fue solo una señal de nostalgia; fue una señal de su continuo compromiso con la integridad del liderazgo de la Iglesia, y quizás un recordatorio para quienes están en la Curia Romana de que este Papa aún conoce muy bien los pasillos y a la gente.

La misa silenciosa en la capilla sirvió como ancla espiritual para la visita, sugiriendo que la administración y el gobierno deben basarse principalmente en la oración y la vida sacramental. Fuentes del Vaticano señalaron que el Papa no ofreció ningún discurso público, sino que conversó personalmente con el personal después de la liturgia, un sello distintivo de su enfoque práctico. 

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