(ZENIT Noticias / Roma, 10.06.2025).- Lo que comenzó como un momento de reflexión espiritual y duelo mundial se convirtió rápidamente en una fuerza de gravedad económica. Entre el 21 de abril y el 8 de mayo de 2025, Roma experimentó uno de sus estallidos de actividad más intensos de la historia reciente, ya que la Ciudad Eterna albergó el funeral del papa Francisco, el cónclave y la histórica elección del papa León XIV. Según nuevos datos del Centro de Investigación Unimpresa, estos eventos catalizaron un impacto económico estimado en hasta 576 millones de euros.
Roma ha sido durante mucho tiempo un imán para el turismo religioso, pero la doble transición papal, en pleno Año Jubilar, creó una tormenta perfecta de atención global, peregrinación espiritual y oportunidades comerciales. En total, entre 700.000 y 900.000 visitantes únicos visitaron la ciudad, generando entre 1,9 y 2,4 millones de pernoctaciones. Los hoteles estaban abarrotados. Los trenes, repletos. Las terrazas rebosaban de idiomas de todos los continentes.
Solo el funeral del papa Francisco atrajo a 600.000 personas, y más de 400.000 se congregaron el 26 de abril para seguir el último viaje del difunto pontífice por las calles de Roma hasta su lugar de descanso en Santa María la Mayor. En los días previos al servicio, un cuarto de millón de personas desfilaron ante su cuerpo en un homenaje silencioso. Después llegó el cónclave: un crescendo de la tradición que culminó con la humareda blanca que se elevó desde la Capilla Sixtina el 8 de mayo, marcando la elección del papa León XIV. Ese momento atrajo a más de 40.000 personas a la Plaza de San Pedro, sumándose a la afluencia diaria de hasta 60.000 visitantes.
Los patrones de gasto siguieron ritmos religiosos previsibles: presupuestos diarios modestos, pero un enorme impacto colectivo. Con un gasto diario promedio de 120 euros por persona —incluyendo alojamiento, comidas, transporte, recuerdos y donaciones diversas—, la economía de Roma experimentó un auge. Los hoteles y los alquileres vacacionales generaron entre 114 y 144 millones de euros. Los restaurantes experimentaron un aumento de ingresos de hasta un 40%, con estimaciones de entre 45,6 y 57,6 millones de euros en ingresos relacionados con la restauración. El transporte público y privado recaudó hasta 28,8 millones, mientras que los artículos religiosos —rosarios, medallas, iconos— sumaron otros 43,2 millones a las cajas locales. Incluso las contribuciones espontáneas y la venta de entradas a museos generaron hasta 14,4 millones de euros.
Esta explosión de actividad económica tuvo un precio. El aparato logístico necesario para gestionar millones incluyó servicios de emergencia, instalaciones de pantallas gigantes, infraestructura de control de multitudes y apoyo sanitario, con costos totales que oscilaron entre 5 y 10 millones de euros. Sin embargo, incluso considerando estos desembolsos, el beneficio neto sigue siendo monumental.
Lo que distingue a este año no es solo la importancia de los eventos en sí, sino también la oportunidad a largo plazo que pudieron haber generado. Edoardo Lofoco, presidente de Unimpresa Lazio, sugiere que Roma debe ver este momento no como un golpe de suerte aislado, sino como un trampolín. «Este evento demuestra lo que se puede lograr cuando el magnetismo espiritual se une a la preparación urbana», declaró Lofoco. «Pero para que esto sea sostenible, necesitamos inversiones estratégicas: nuevas infraestructuras, movilidad inteligente, opciones de alojamiento sostenibles y una estrategia turística audaz».
Las limitaciones de la ciudad eran evidentes. Con solo 120.000 camas disponibles en su sector hotelero, el exceso de alojamientos obligó a muchos peregrinos a trasladarse a pueblos y regiones vecinas. La obsoleta Línea C del metro de Roma sigue sin terminar, y las conexiones directas con el aeropuerto de Fiumicino siguen sin desarrollarse. Unimpresa aboga por centros de transporte intermodal adaptados a los flujos de peregrinos, así como tecnologías inteligentes para optimizar el movimiento de multitudes y la experiencia de los visitantes.
Si bien el impacto económico del funeral del Papa Francisco y la elección del Papa León XIV no alcanzó las cifras récord de la muerte de Juan Pablo II en 2005 —que atrajo a más de tres millones de dolientes y hasta 700 millones de euros en actividad ajustada a la inflación—, el año 2025 presenta una historia diferente. Se trató menos de tamaño y más de sinergia. La inusual convergencia de la muerte, la transición y la celebración del Jubileo creó una huella económica más equilibrada y escalable.
Roma, una vez más, ha demostrado su inigualable capacidad para ser tanto el corazón del catolicismo como el motor del turismo espiritual. Ahora, con el Papa León XIV iniciando su pontificado y el Jubileo en marcha, la pregunta que enfrenta la capital de Italia no es si podrá soportar momentos como estos, sino si podrá hacerlos perdurar.
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