(ZENIT Noticias / Los Ángeles, 10.06.2025).- Un capítulo escalofriante, pero con gran resonancia espiritual, de la historia católica estadounidense regresa a la conciencia pública, esta vez a través del cine. «El Ritual» revisita el extraordinario exorcismo de Emma Schmidt en Earling, Iowa, ocurrido en 1928. Pero no se trata de una narración que sacrifique la reverencia por el espectáculo. En cambio, la película combina la maestría hollywoodense con la fidelidad teológica, guiada por quienes comprenden tanto la narrativa como lo sagrado.
El caso original —un extenuante exorcismo de 23 días realizado por el sacerdote capuchino Padre Theophilus Riesinger, con el Padre Joseph Steiger como cronista— ha sido durante mucho tiempo un referente en los relatos estadounidenses de posesión demoníaca. Inmortalizado primero en panfletos religiosos y posteriormente mencionado en medios como la revista «Time», el evento atrajo gran atención por su intensidad y la profundidad de su documentación.
Ahora, casi un siglo después, el director David Midell lleva la historia a la gran pantalla, con un reparto encabezado por Al Pacino, Dan Stevens, Ashley Greene y Patricia Heaton. Pero lo que distingue a «El Ritual» de otras películas de exorcismo no es el protagonismo, sino la consciencia tras la cámara.
El padre Aaron Williams, párroco y rector de la Basílica de Santa María en Natchez, Misisipi, fue clave en el desarrollo de la película. Inicialmente contactado por el equipo de producción para obtener permiso para rodar escenas dentro de la basílica, su participación pronto se profundizó. Impresionado por la sobriedad y el respeto con que el guion abordaba su tema, aceptó no solo ser el anfitrión del rodaje, sino también asesor espiritual durante todo el proceso.
Lo que siguió fue una colaboración inusual: profesionales de Hollywood y un sacerdote católico trabajaron codo con codo para garantizar la precisión espiritual y la integridad temática. «Les dije: ‘Esto no es entretenimiento si no se trata con seriedad’», dijo Williams. «Y realmente me escucharon».
Williams, quien tiene una maestría en estudios litúrgicos y cursa un doctorado, no fue un simple asesor de guardia. Se convirtió en una especie de capellán de la producción. Durante los tres meses de rodaje, ofició misa semanalmente, dirigió las bendiciones diarias del set e incluso ayudó a un miembro del equipo a explorar la posibilidad de convertirse al catolicismo. Veía al elenco y al equipo no como visitantes de un set, sino como una parroquia temporal.
Esta atmósfera de respeto mutuo tuvo implicaciones prácticas. El Santísimo Sacramento siempre se retiraba con reverencia antes de filmar. No se toleraba ningún comportamiento irreverente dentro del espacio sagrado. Y cuando Williams sugería ajustes teológicos o litúrgicos al guion, el director Midell solía revisar las escenas en cuestión de horas. El resultado es una película que no reduce la fe a un simple elemento decorativo, sino que la utiliza para enmarcar una historia sobre la lucha espiritual y la redención.
Patricia Heaton, quien interpreta a una Madre Superiora en la película, se hizo eco de este sentimiento. «Hollywood tiende a aplanar a las personas de fe, convirtiéndolas en caricaturas», dijo. «Pero aquí, las monjas y los sacerdotes son seres humanos plenos, con dudas, con cargas, con gracia».
La película no se detiene innecesariamente en fenómenos demoníacos. Más bien, intenta mostrar cómo una comunidad, liderada por sus pastores, enfrenta el mal no con sensacionalismo, sino con fuerza silenciosa, oración y perseverancia. Como dijo Williams: «La Iglesia es un hospital de campaña. Está llena de heridos, incluyendo a quienes sanan».
En una época en la que la cultura pop suele explotar la religión para generar impacto, «El Ritual» ofrece un giro inusual: una película convencional que busca no solo representar lo sobrenatural, sino comprenderlo a través de la propia perspectiva de la Iglesia. La historia no elude la oscuridad —el tormento de Emma Schmidt se presenta con todo su peso histórico—, pero se niega a que la oscuridad tenga la última palabra.
Este equilibrio es vital, dice Williams. «Es real, la posesión es real. Pero una obsesión con ella puede volverse espiritualmente dañina. No se evita la infección estudiando todas las enfermedades. Se mantiene la salud viviendo bien, y para nosotros, eso significa los sacramentos».
En definitiva, «El Ritual» no es una película de terror en esencia. Es un drama sobre la gracia: sobre una Iglesia que moviliza todos sus recursos espirituales para la salvación de un alma. Y para los católicos, es una invitación a no temer a las sombras, sino a recordar dónde se encuentra la verdadera luz.
“Espero que la gente salga del cine no solo pensando en demonios”, dijo Heaton. “Espero que piensen en la santidad y en lo que significa luchar por el alma de alguien”.
Para Williams, ese es el mensaje perdurable de la película: “La misericordia de Dios es más fuerte que cualquier cosa que el enemigo pueda hacer. Eso no es un eslogan. Esa es la verdad”.
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