(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 16.06.2025).- Un nutrido grupo de personas originarias del Congo, en África, fueron recibidas por el Papa León XIV en la Sala Clementina del Palacio Apostólico el lunes 16 de junio en el contexto de la beatificación en Roma de Floribert Bwana Chui. En efecto, el domingo 15 de junio el prefecto del Dicasterio para la Causa de los Santos beatificó a Bwanda en una misa en la basílica de san Pablo extramuros. Ofrecemos a continuación la traducción al castellano del discurso del Papa:
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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
¡La paz sea con ustedes!
Eminencia, hermanos en el episcopado, queridos hermanos y hermanas.
Les doy la bienvenida con alegría tras la beatificación de Floribert Bwana Chui. Saludo a los obispos presentes, en particular a los de la República Democrática del Congo, incluido el obispo de Goma, diócesis donde vivió el nuevo beato. Saludo a la madre y a la familia del beato Floribert, así como a la Comunidad de San Egidio, a la que pertenecía. Este joven encontró el martirio en Goma, el 8 de julio de 2007. Lo recuerdo con las palabras del amado Papa Francisco, dirigidas a los jóvenes de Kinshasa durante su viaje apostólico al Congo: «Un joven como tú, Floribert Bwana Chui: […] con tan solo veintiséis años, fue asesinado en Goma por bloquear el paso de productos alimenticios en mal estado, lo cual habría perjudicado la salud de la población. […] Como cristiano, oró, pensó en los demás y eligió ser honesto, diciendo no a la inmundicia de la corrupción. Esto es mantener las manos limpias, mientras que las manos que trafican con dinero están manchadas de sangre. […] Ser honesto es brillar de día, es difundir la luz de Dios, es vivir la bienaventuranza de la justicia: ¡vencer el mal con el bien!» (2 de febrero de 2023).
¿De dónde sacaba un joven la fuerza para resistir la corrupción, arraigada en la mentalidad imperante y capaz de cualquier tipo de violencia? La decisión de mantener la pureza de manos —era funcionario de aduanas— maduró en una conciencia formada por la oración, la escucha de la Palabra de Dios y la comunión con sus hermanos.
Vivía la espiritualidad de la Comunidad de San Egidio, que el Papa Francisco resumió en tres “P”: oración, pobres, paz [en italiano “preghiera, poveri, pace, ndt]. Los pobres fueron decisivos en su vida. El beato Floriberto vivió una familiaridad comprometida con los niños de la calle, empujados a Goma por la guerra, despreciados y huérfanos. Los amaba con la caridad de Cristo: se interesaba por ellos y se preocupaba por su formación humana y cristiana. La fuerza de Floriberto crecía en su fidelidad a la oración y a los pobres. Un amigo recuerda: «Estaba convencido de que nacimos para hacer grandes cosas, para influir en la historia, para transformar la realidad». [1]
Era un hombre de paz. En una región tan sufrida como Kivu, desgarrada por la violencia, prosiguió su lucha por la paz con mansedumbre, sirviendo a los pobres, practicando la amistad y el encuentro en una sociedad desgarrada. Una monja recordaba que dijo: «La comunidad sienta a todos los pueblos a la misma mesa».
Este joven, para nada resignado al mal, tuvo un sueño, alimentado por las palabras del Evangelio y la cercanía al Señor. Muchos jóvenes se sentían abandonados y sin esperanza, pero Floribert escuchó la palabra de Jesús: «No os dejaré huérfanos; volveré a vosotros» (Jn 14,18). ¡Dios no abandona ninguna tierra! Instó a sus amigos a no rendirse y a no vivir para sí mismos. A pesar de todo, expresó su confianza en el futuro. Dijo: «El Señor está preparando un mundo nuevo, donde la guerra ya no existirá, el odio desaparecerá, la violencia ya no aparecerá como un ladrón en la noche… los niños crecerán en paz. Sí, es un gran sueño. No vivamos, pues, para lo que no vale nada». ¡Vivamos, en cambio, por este gran sueño!
Este mártir africano, en un continente rico en jóvenes, demuestra cómo pueden ser fermento de paz, tanto desarmada como desarmante. Este laico congoleño destaca el inestimable valor del testimonio de los laicos y de los jóvenes. Que, por intercesión de la Virgen María y del Beato Floriberto, la anhelada paz en Kivu, en el Congo y en toda África se haga realidad pronto. Gracias.
Notas:
[1] Los testimonios y palabras del Beato Floriberto Bwana Chui están tomados de la Positio super Martyrio.
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