Vaticano se convertirá en el primer país del mundo en producir energía limpia al 100%

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(ZENIT Noticias / Roma, 01.08.2025).- En un tranquilo rincón de la campiña romana, un ambicioso proyecto está tomando forma: uno que busca no solo abastecer la Ciudad del Vaticano con energías renovables, sino también encarnar la creciente conciencia ecológica de la Iglesia Católica. El 31 de julio, en el histórico Palacio Borromeo, la Santa Sede y la República Italiana firmaron un acuerdo histórico para construir un sistema agrovoltaico en Santa Maria di Galeria. Más que una proeza técnica, la iniciativa es un gesto espiritual y diplomático, arraigado en la convicción de que cuidar la creación es un imperativo moral.

El emplazamiento de la futura instalación no es un terreno cualquiera. Desde 1957, ha albergado el centro de transmisión de onda corta de Radio Vaticano, en terrenos extraterritoriales cedidos a la Santa Sede en virtud de acuerdos con el gobierno italiano. El 19 de junio, el papa León XIV visitó la zona, siguiendo los pasos del papa Pío XII y bendiciendo no solo las torres de transmisión, sino también la nueva frontera del camino energético de la Iglesia. La visita coincidió con el aniversario de su ordenación sacerdotal, una convergencia simbólica de su vocación personal y su misión eclesial.

El sistema agrovoltaico que se construirá aquí se basa en «Fratello Sole», un motu proprio del Papa León XIV para promover la responsabilidad ambiental en la infraestructura del Vaticano. El proyecto busca satisfacer todas las necesidades energéticas tanto del Estado Vaticano como de Radio Vaticano mediante tecnología solar integrada con la actividad agrícola. La visión no es la de parques solares estériles, sino la de una combinación armoniosa de producción energética y gestión del territorio.

Según la oficina de prensa del Vaticano, la instalación aplicará las soluciones más avanzadas disponibles actualmente, equilibrando la generación de energía limpia con la preservación del uso agrícola, la estabilidad hidrogeológica de la región y la protección de su patrimonio cultural y arqueológico. El mensaje es claro: la transición ecológica no debe ir en detrimento de la historia local ni de la identidad comunitaria.

El arzobispo Paul Richard Gallagher, Secretario del Vaticano para las Relaciones con los Estados, firmó el acuerdo junto con el embajador italiano, Francesco Di Nitto. En sus comentarios, Gallagher describió la iniciativa como un «compromiso compartido para combatir el cambio climático», señalando que honra tanto la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 1992 como el Acuerdo de París de 2015. Sin embargo, sus palabras fueron más pastorales que políticas. Citando la «Laudato Si’» del Papa Francisco, Gallagher recordó a los oyentes que el acceso a la energía limpia y renovable sigue siendo difícil de alcanzar para muchos en todo el mundo, y que, si bien se han logrado avances, el cambio sistémico aún es lento.

El proyecto agrovoltaico es una de esas «buenas prácticas» que el Papa Francisco instó en su encíclica hace una década. Sin embargo, también es fruto del nuevo pontificado. El Papa León XIV, continuando y ampliando la senda verde trazada por su predecesor, ha dado un nuevo impulso a la iniciativa. El año pasado, encargó a dos importantes instituciones del Vaticano —la APSA (que gestiona los bienes de la Santa Sede) y la Gobernación de la Ciudad del Vaticano— convertir el terreno de Santa Maria di Galeria en un modelo de transición ecológica.

Ese modelo está empezando a tomar forma. El informe financiero 2024 de APSA, publicado recientemente, describe el sistema agrovoltaico no como un proyecto secundario, sino como un pilar central de su estrategia a largo plazo para el desarrollo sostenible. Para una oficina más conocida por la gestión de carteras inmobiliarias y bursátiles, esto marca un cambio de enfoque significativo: de la preservación a la transformación.

Decenas de representantes de la Iglesia y del Estado italiano presenciaron la ceremonia de firma, entre ellos el presidente de APSA, el arzobispo Giordano Piccinotti, y la hermana Raffaella Petrini, secretaria general de la Gobernación. Su presencia demostró que el proyecto no es solo simbólico, sino institucional, un reflejo de la intención del Vaticano de integrar la ética ambiental en sus propias estructuras.

En sus palabras de clausura, el arzobispo Gallagher encomendó el acuerdo a la intercesión de San Ignacio de Loyola, cuya festividad la Iglesia celebra el 31 de julio. Describió el pacto como una expresión no solo de respeto diplomático mutuo, sino de una alianza más profunda: una que vincula la ecología con la paz, la energía limpia con la dignidad humana y la fe con la responsabilidad.

Lo que se está desarrollando en Santa Maria di Galeria es más que la instalación de paneles solares. Es una conversión política, pastoral y profética. Invita a la Iglesia y al mundo a imaginar un futuro donde la energía que ilumina las basílicas del Vaticano no provenga de combustibles fósiles, sino del sol que ilumina sus campos. Un futuro donde el Evangelio no se predique solo con palabras, sino con el testimonio de las acciones.

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