(ZENIT Noticias / Nueva York, 03.08.2025).- El 31 de julio, el Comité Judío Americano (AJC) anunció una donación de $25,000 para ayudar a rehabilitar la Iglesia Católica de la Sagrada Familia en Gaza, un gesto que trasciende las fronteras políticas y religiosas.

La Iglesia de la Sagrada Familia, la única iglesia católica en Gaza, fue alcanzada el 17 de julio por lo que las Fuerzas de Defensa de Israel describieron como un proyectil de tanque fallido. El incidente dejó tres civiles muertos y varios heridos, incluido el párroco. Para la menguante población cristiana de Gaza —que antes de la guerra apenas contaba con unos 1,000 habitantes y ahora es menor—, este golpe fue tanto físico como simbólico.

Durante casi dos años, la iglesia ha brindado refugio y sustento no solo a cristianos, sino también a musulmanes, formando un frágil santuario en medio de la destrucción. Sus puertas permanecieron abiertas a cientos de personas mientras la guerra entre Israel y Hamás continuaba transformando la vida de millones. La Iglesia no era simplemente un edificio, sino un símbolo de resistencia, fe y comunidad interreligiosa.

La donación del AJC proviene de un lugar profundamente arraigado en la tradición judía y la responsabilidad moderna. Si bien la organización está principalmente comprometida con el bienestar judío y la seguridad de Israel, su director de asuntos interreligiosos, el rabino Noam Marans, enfatizó una misión más amplia: la compasión por todas las vidas inocentes destrozadas por la guerra. «Nuestra preocupación y empatía se extienden más allá del pueblo judío, a toda la humanidad», dijo. «Especialmente a los inocentes atrapados en este terrible conflicto».

Este acto de apoyo no es solo económico. Tiene un gran peso emocional, especialmente considerando el apego personal del Papa Francisco a la comunidad cristiana de Gaza. Incluso durante su enfermedad terminal, el Papa se esforzó por llamarlos y animarlos cada noche. Su sucesor, el Papa León XIV, y el Patriarca Latino Pierbattista Pizzaballa han continuado expresando su firme solidaridad. Pizzaballa visitó recientemente la iglesia dañada, reafirmando la profunda preocupación del Vaticano por los fieles de Gaza.

La ayuda se distribuirá a través de la Arquidiócesis de Nueva York y la Asociación Católica para el Bienestar del Cercano Oriente, colaboradores de larga data en la ayuda humanitaria. La Arquidiócesis, bajo la dirección del cardenal Timothy Dolan, también ha participado activamente en una colaboración interreligiosa más amplia, incluyendo los esfuerzos para reconstruir las comunidades israelíes devastadas por los ataques de Hamás del 7 de octubre.

La guerra, desatada por el brutal ataque de Hamás en octubre pasado, ha dejado pérdidas devastadoras en ambos bandos. Más de 60.000 palestinos han muerto, según el Ministerio de Salud de Gaza. En este contexto, los daños sufridos por la iglesia, aunque trágicos, han llamado la atención sobre una narrativa más íntima: la de las personas que se aferran a la esperanza a la sombra de una violencia abrumadora.

El rabino Marans, al reflexionar sobre la donación, afirmó que era tanto una «forma tangible de ayudar» como una declaración moral. Esta declaración resuena mucho más allá de Gaza. Habla de la fe en la humanidad compartida, incluso cuando las identidades políticas y religiosas parecen chocar con mayor violencia. Afirma que en medio de la guerra, aún se pueden tender puentes, no solo para conectar comunidades, sino para preservar la dignidad humana que la guerra tan a menudo intenta borrar.

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