Vaticano y Pekín dan un paso sin precedentes con la creación de una nueva diócesis en el norte de China

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(ZENIT Noticias / Roma, 11.09.2025).- El Vaticano ha anunciado un cambio en el mapa católico de China continental, suprimiendo dos diócesis históricas y creando una nueva en su lugar. Esta decisión se considera un hito en el cauteloso y a menudo frágil diálogo entre Roma y Pekín.

El 8 de julio, el papa León XIV decretó formalmente la supresión de las diócesis de Xuanhua y Xiwanzi, ambas erigidas en 1946, y erigió la diócesis de Zhangjiakou, integrando su territorio en la jurisdicción civil de la ciudad homónima. La Santa Sede dio a conocer la noticia el 10 de septiembre, coincidiendo con la consagración episcopal del obispo Giuseppe Wang Zhengui como primer pastor de la nueva diócesis. Su nombramiento se realizó en el marco del Acuerdo Provisional entre la Santa Sede y la República Popular China, firmado inicialmente en 2018 y renovado discretamente el año pasado.

Por primera vez desde ese acuerdo, los límites diocesanos en China se han redefinido con la aprobación papal. Los analistas señalan que la reconfiguración refleja no solo consideraciones pastorales, sino también la presión ejercida desde hace tiempo por las autoridades chinas para armonizar las estructuras eclesiásticas con la administración civil. Históricamente, muchas diócesis chinas existían antes de la revolución de 1949 y trascendían las actuales fronteras municipales y provinciales, lo que generaba tensiones entre el gobierno de la Iglesia y la supervisión estatal.

Si bien Pekín ha declarado unilateralmente en el pasado la creación o supresión de diócesis —actos que Roma ha rechazado sistemáticamente por considerarlos canónicamente inválidos—, este anuncio fue diferente. Funcionarios del Vaticano destacaron que se retuvo la publicación de los cambios hasta que ambas partes llegaran a un acuerdo sobre el liderazgo episcopal para el nuevo territorio.

La transición también afecta a dos prelados que desde hace tiempo ocupan un lugar central en el complejo panorama eclesial de China. El obispo Augustine Cui Tai de Xuanhua, de 75 años, quien ha soportado repetidas restricciones estatales, incluyendo arresto domiciliario, por negarse a unirse a la Asociación Patriótica Católica China, patrocinada por el estado, ha sido reconocido como obispo emérito. Mientras tanto, el obispo Joseph Ma Yan’en, ex obispo de Xiwanzi, ha sido nombrado obispo auxiliar de Zhangjiakou, en asistencia del obispo Wang. Ambos prelados también han recibido el reconocimiento civil de su estatus, confirmó el portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, el 12 de septiembre, una inusual convergencia de legitimidad canónica y reconocimiento estatal.

“El reconocimiento de su ministerio a nivel civil marca un paso importante en el camino comunitario de la nueva diócesis”, declaró Bruni, quien calificó este hecho como “fruto del diálogo entre la Santa Sede y las autoridades chinas”.

La reestructuración plantea cuestiones delicadas para las comunidades católicas clandestinas de China, muchas de las cuales consideran cualquier cooperación con la Asociación Patriótica como una cesión de principios. Sin embargo, los observadores del Vaticano sugieren que la medida podría tener como objetivo evitar una mayor reestructuración diocesana unilateral por parte de Pekín, una práctica que en los últimos años corría el riesgo de crear lo que algunos describieron como una «Iglesia paralela».

También subraya la dimensión pragmática del joven pontificado del Papa León. En junio, Roma confirmó discretamente el nombramiento del obispo Joseph Lin Yuntuan como auxiliar de Fuzhou, un exprelado clandestino cuya nominación, según se informa, fue impulsada por las autoridades chinas. Con la decisión de Zhangjiakou, la cooperación se ha extendido más allá de los nombres episcopales al mapa mismo de la Iglesia en China.

Las implicaciones a largo plazo siguen siendo inciertas. El Vaticano aún no ha abordado otras diócesis establecidas unilateralmente por Pekín, incluida la controvertida creación de la Diócesis de Jiangxi, formada mediante la fusión de cinco diócesis históricas sin el consentimiento papal. Por ahora, sin embargo, el reconocimiento mutuo de Zhangjiakou —y el reconocimiento público de obispos antaño marginados por el Estado— se interpreta como un modesto avance en el delicado equilibrio entre la fidelidad al derecho canónico y las realidades del gobierno en la China contemporánea.

Queda por ver si esto marca un punto de inflexión en la relación del Vaticano con Pekín o simplemente una pausa táctica en las tensiones de larga data. Pero por primera vez en décadas, la Iglesia en China está presenciando una reestructuración diocesana que lleva la firma del sucesor de Pedro y, por ahora, la aquiescencia del Estado.

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