Abusos, redes sociales, sinodalidad, seminarios, misión… Esto fue lo que el Papa León XIV trató en un encuentro con nuevos obispos

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(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 12.09.2025).- Al término del discurso a los obispos de reciente nominación en el Aula del Sínodo, la mañana del 11 de septiembre, el Papa continuó ofreciendo una reseña de los desafíos y cuestiones que estos deben afrontar al inicio de un nuevo ministerio: los temores, el sentimiento de indignidad, las diversas expectativas que cada uno tenía sobre su vida antes de la llamada, señalando cómo es necesario permanecer cerca del Señor, guardar el tiempo de la oración, seguir viviendo la confianza incondicional en el Espíritu Santo, origen de la propia vocación.

El Papa León subrayó el valor de la experiencia pastoral y humana cultivada en una Iglesia local, que debe desarrollarse en un nuevo ministerio que pone a los obispos en contacto con la universalidad de la Iglesia. Habló del valor del testimonio, de la capacidad de renovar el propio contacto con el mundo para responder a las preguntas que hombres y mujeres de este tiempo se plantean sobre el sentido de la vida y del mal en el mundo: “no bastan las respuestas preparadas hace 25 años en el seminario”, afirmó.

Llamó a los nuevos obispos a ser discípulos perseverantes, que no se asusten ante la primera dificultad, pastores cercanos al pueblo y a los sacerdotes, misericordiosos y firmes incluso cuando se trata de juzgar, capaces de escucha y de diálogo, no solo de dar sermones. En ese sentido añadió algunas palabras sobre la sinodalidad, no como un método pastoral, sino como “un estilo de Iglesia, de escucha y de búsqueda común de la misión a la que somos llamados”. Y añadió: “Sean constructores de puentes”. Los exhortó a valorar el papel y la integración de los laicos en la vida de la Iglesia y a servir a la paz “desarmada y desarmante”, porque “¡la paz es un desafío para todos!”. Finalmente, antes de responder a algunas preguntas, el Papa exhortó a todos a afrontar con prontitud los casos de comportamientos inapropiados por parte del clero: “no pueden guardarse en un cajón, hay que afrontarlos, con sentido de misericordia y de verdadera justicia, hacia las víctimas y hacia los acusados”. Agradeció a los nuevos obispos haber aceptado el ministerio: “Rezo por ustedes, la Iglesia aprecia su sí, no están solos, llevamos juntos el peso y anunciamos juntos el Evangelio de Jesucristo”.

En respuesta a las preguntas de los obispos, el Papa habló de la necesidad de ser prudentes en el uso de las redes sociales, donde el riesgo es que “cada uno se sienta autorizado a decir lo que quiere, incluso cosas falsas”, y añadió: “Hay momentos en que alcanzar la verdad es doloroso”, pero necesario. En este sentido, consideró útil dejarse ayudar por profesionales de la comunicación, personas preparadas en este ámbito, resumiendo así su pensamiento al respecto: “Calma, una buena cabeza y la ayuda de un profesional”.

Al hablar del desafío de cada nuevo ministerio, el Papa se refirió personalmente a lo que significa para él, exhortó a confiar en la gracia de Dios y en la gracia de estado, a reconocer los propios dones y límites, así como la necesidad de ayuda ajena, confiándose tal vez a la valiosa experiencia de un buen obispo emérito que pueda acompañar o ayudar, y advirtió contra la tentación de formar un grupo propio y encerrarse en él.

El Papa León reiteró la necesidad de construir puentes, de buscar el diálogo incluso allí donde los cristianos son minoría, con auténtico respeto hacia personas de otras tradiciones religiosas, sobre todo a través del testimonio del verdadero amor y de la misericordia cristiana, porque “en la manera en que se amen, los reconocerán”.

El Papa habló de la formación en los seminarios, de la responsabilidad de la formación inicial, exhortó a acoger a quienes llegan, a recibir las vocaciones, pidiendo sin embargo acompañar a cada uno a descubrir otras dimensiones del Evangelio y de la vida cristiana y misionera. Y al hablar de misión, sugirió apoyarse también en aquellos laicos auténticamente misioneros presentes en los movimientos, que pueden ser una esperanza para la Iglesia local.

Ante las preguntas sobre las graves consecuencias de las crisis ambientales, el Papa recordó el décimo aniversario de la Encíclica Laudato si’ y animó a promover este tema en la pastoral, añadiendo que en este importante frente “la Iglesia estará presente”, pero sin mezclar con ello otras temáticas contrarias a la antropología cristiana.

Se abordaron también los temas de las relaciones entre los diversos organismos en la Iglesia, universal y particular; del proceso de nombramiento de obispos, objeto de estudio de algunos grupos surgidos del Sínodo; de las múltiples crisis que vive el mundo, de la necesidad de compartirlas y afrontarlas juntos; y del valor de la presencia del Obispo, cercano al sufrimiento. Asimismo, se habló de los jóvenes, especialmente en Europa, después del reciente Jubileo: de sus demandas de comunión y de oración, de su sed de vida espiritual, que no han podido saciar en el mundo virtual ni tampoco “en las experiencias típicas de nuestras parroquias”.

Al concluir, el Papa impartió su bendición a los obispos presentes y luego los saludó individualmente en el atrio del Aula Pablo VI.

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