(ZENIT Noticias / Kogi, Nigeria, 19.09.2025).- Un párroco en el estado de Kogi, en el centro de Nigeria, fue secuestrado junto con varios compañeros de viaje, lo que pone de relieve una vez más cómo la violencia selectiva contra el clero y la ciudadanía se ha convertido en una triste realidad cotidiana en el país más poblado de África.
El padre Wilfred Ezemba, párroco de la parroquia de San Pablo en Agaliga-Efabo, fue secuestrado el 13 de septiembre mientras viajaba por la carretera Imane-Ogugu, cerca de Olamaboro. Testigos presenciales afirman que hombres armados no identificados emboscaron el vehículo y se llevaron al sacerdote y a otras personas a los bosques circundantes. Se desconoce su paradero, al igual que las exigencias precisas de los secuestradores, aunque se sospecha ampliamente que el motivo fue un rescate. Las fuerzas de seguridad continúan rastreando la zona sin éxito.
El secuestro se suma a un patrón preocupante que ha colocado a los líderes religiosos en primera línea de la creciente crisis de seguridad en Nigeria. Sacerdotes, seminaristas y pastores han sido blanco frecuente de bandas criminales que reconocen el peso simbólico de atacar a la Iglesia. En algunos casos, presbiterios y conventos han sido asaltados directamente; en otros, el clero se ve envuelto en ataques contra viajeros.
En declaraciones a los medios del Vaticano, el obispo Gabriel Dunia lamentó la violencia desenfrenada, advirtiendo que el tejido social de Nigeria se está deshilachando bajo una amenaza constante. Sus preocupaciones se hacen eco de las del arzobispo Lucius Ugorji, presidente de la Conferencia Episcopal de Nigeria, quien ha acusado a los líderes políticos de negligencia. «Mientras que muchos pueblos y aldeas se han convertido en comunidades que viven con miedo, obligadas a huir o a enterrar a sus muertos», declaró recientemente, «nuestros líderes están más preocupados por las elecciones de 2027 que por cumplir sus promesas de restaurar la paz».
La alarma de la Iglesia no se limita a la ansiedad pastoral; señala la fragilidad de un país que, a pesar de ser la tercera economía más grande de África, lucha por imponer su autoridad sobre amplias áreas de su territorio. La industria del secuestro, impulsada por la expectativa de un rescate, se ha arraigado en muchas regiones, alimentando la desconfianza entre los ciudadanos y el Estado.
Las advertencias de los obispos son más agudas de lo habitual. En un comentario contundente, un prelado sugirió que «quienes intentan bloquear el cambio pacíficamente hacen inevitable el cambio violento», una frase que resuena incómodamente en una nación atormentada por el recuerdo de la guerra civil y la insurgencia.
Para la comunidad católica, el secuestro del padre Ezemba no es una tragedia aislada, sino otro doloroso recordatorio de la vulnerabilidad de sus pastores. En pueblos donde la misa suele ser la única señal de estabilidad, la pérdida de un sacerdote, incluso temporal, puede conmocionar a comunidades enteras.
Al caer la noche en Olamaboro y permanecer tranquila la carretera Imane-Ogugu, se elevan las oraciones tanto desde los bancos como desde los santuarios. Para muchos cristianos nigerianos, el secuestro de su sacerdote es más que un crimen: es una prueba de fe, de resiliencia y de si los líderes de su nación todavía tienen la voluntad de protegerlos.
Gracias por leer nuestros contenidos. Si deseas recibir el mail diario con las noticias de ZENIT puedes suscribirte gratuitamente a través de este enlace.
The post Sacerdote nigeriano secuestrado en medio de una creciente ola de secuestros de clérigos appeared first on ZENIT – Espanol.
Leave a Reply