(ZENIT Noticias / Roma, 25.09.2025).- En las afueras de Roma, en la tranquila localidad de Sacrofano, se celebró este septiembre un importante encuentro. Más de 300 sacerdotes y sus asistentes, provenientes de todos los continentes, se reunieron en la casa espiritual «Fraterna Domus» para la decimoquinta Conferencia Internacional de Exorcistas. Durante una semana, oraron, debatieron y compartieron experiencias sobre un ministerio que, aunque a menudo oculto a la vista del público, la Iglesia insiste en que sigue siendo vital: la labor del exorcista.
El Papa León XIV, aunque no estuvo presente en persona, marcó la pauta con un mensaje escrito que enmarcaba la tarea del exorcista tanto como un ministerio de «liberación como de consuelo». Sus palabras, leídas en la sesión inaugural, instaron a los sacerdotes a acompañar a los atormentados por el mal con la oración y la invocación de la presencia de Cristo, para que «mediante el sacramento del exorcismo, el Señor conceda la victoria sobre Satanás». El apoyo papal fue recibido con gratitud en un campo que a menudo se ve incomprendido o trivializado en la cultura general.
La Asociación Internacional de Exorcistas (AIE), fundada en la década de 1990 por el famoso sacerdote romano Gabriele Amorth, ha crecido notablemente en los últimos años. Con el reconocimiento oficial del Vaticano a principios de este año, la asociación cuenta ahora con más de mil miembros en 58 países, desde Italia —donde se encuentra el grupo más grande, con 340— hasta comunidades emergentes en Brasil, México, Estados Unidos e incluso Corea del Sur. Su presidente, Monseñor Karel Orlita, de Brno, República Checa, describió la rápida expansión como evidencia de la perdurable relevancia del ministerio, calificándolo de «signo concreto del amor de la Iglesia por los que sufren».
Las liturgias diarias de la conferencia fueron oficiadas por prelados de alto rango, entre ellos el cardenal Arthur Roche y el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano. Sus homilías destacaron los fundamentos teológicos del exorcismo: Cristo mismo en el centro del rito, la humildad exigida a quienes sirven y el recordatorio de que todo exorcista no actúa en su propio nombre, sino en el de la Iglesia.
Pero la semana no se limitó a la oración. También fue un foro para abordar los desafíos cambiantes de la guerra espiritual en el siglo XXI. Las presentaciones exploraron el discernimiento para distinguir la aflicción demoníaca de la enfermedad psicológica, el creciente atractivo de las prácticas de la Nueva Era, los peligros de las creencias espiritistas sobre las «almas errantes» e incluso el papel de la inteligencia artificial en el fomento de nuevas formas de ocultismo. La criminóloga italiana Beatrice Ugolini advirtió que los algoritmos y las tecnologías de recopilación de datos ya están siendo incorporados a las técnicas modernas de adivinación y nigromancia, fenómenos que ella denominó «una mutación digital de lo oculto».
Otros oradores llevaron el debate a otros ámbitos. Un exorcista francés, el padre Jean-Baptiste Vian, examinó los rituales vudú en Haití, señalando su relación con la subyugación y la consagración a espíritus, incluso involucrando a niños. El obispo brasileño Rubens Miraglia Zani advirtió contra las manifestaciones engañosas que imitan las almas de los muertos, mientras que el sacerdote siciliano Benigno Palilla enfatizó la importancia del diálogo entre la ciencia y la fe, destacando la colaboración entre profesionales médicos y exorcistas en Palermo.
El tono de las jornadas de clausura combinó sobriedad y fraternidad. El padre Francesco Bamonte, vicepresidente del IAE, lanzó una dura advertencia sobre el daño pastoral que se produce cuando los sacerdotes desestiman los casos como mera parapsicología, dejando a las personas que sufren sin ayuda. Y el padre Andrés Esteban López Ruiz, de México, analizó cómo la espiritualidad relativista del movimiento de la Nueva Era socava los fundamentos morales cristianos.
Nueve años después de la muerte de Amorth, cuyo nombre se convirtió en sinónimo del ministerio, la conferencia confirmó que el exorcismo sigue siendo una dimensión viva, aunque compleja, de la vida católica. Monseñor Andrés Gabriel Ferrada Moreira, secretario del Dicasterio para el Clero, clausuró el evento con una nota de agradecimiento del Vaticano: gracias por el servicio diario, a menudo invisible, que realizan los sacerdotes que se enfrentan a lo que la Iglesia sigue describiendo, en su lenguaje más antiguo, como la presencia del Maligno.
Para muchos de los participantes, los días en Sacrofano se centraron menos en sensacionales batallas con demonios que en reafirmar una vocación arraigada en la oración, la humildad y el discernimiento. Y para la Iglesia en general, el creciente número de exorcistas en todo el mundo indica que, incluso en una era secular, el ministerio que el Papa León XIV ha calificado de liberador y consolador no está desapareciendo en la historia, sino que se está adaptando y expandiendo.
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