(ZENIT Noticias / Roma, 27.09.2025).- Cuando una nueva entrevista papal atrae tanta atención en Alemania como en Roma, suele ser señal de que la Iglesia Católica se encuentra en una de sus recurrentes encrucijadas. Tal es el caso de la reciente conversación con el Papa León XIV, extensa como un libro, en la que abordó directamente algunas de las cuestiones más polémicas de su naciente pontificado: las heridas del abuso, el papel de la mujer y, quizás de forma más visible, la forma en que la Iglesia acompaña a los católicos que se identifican como LGBTQ+.
Las observaciones del Papa sobre las bendiciones para personas del mismo sexo fueron, como era de esperar, matizadas, pero dejaron poco margen para la experimentación ritual. Reconoció que todas las personas pueden recibir la bendición de Dios, pero advirtió contra la creación de fórmulas litúrgicas para parejas, una práctica que, según él, contradice la declaración del Vaticano de 2023 «Fiducia Supplicans». «No se trata de considerar malas a estas personas», explicó León XIV, «sino de respetar la enseñanza de la Iglesia y, al mismo tiempo, aprender a acoger a quienes son diferentes».
Sus palabras impactaron en una Iglesia alemana que ya lidiaba con estas mismas cuestiones. Durante meses, los obispos del país han estado difundiendo una guía pastoral titulada «La Bendición Fortalece el Amor», diseñada para ofrecer a sacerdotes y agentes pastorales principios para bendecir a parejas cuyas relaciones no pueden reconocerse sacramentalmente. Desde el principio, el proyecto ha suscitado escrutinio en Roma y fuertes críticas de los círculos más conservadores; sin embargo, sus artífices insisten en que no se trata de una rebelión, sino de una aplicación concreta del texto papal.
El obispo Georg Bätzing, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, reiteró este punto repetidamente durante la asamblea plenaria celebrada en Fulda en septiembre. Ante las sugerencias de que la jerarquía alemana busca deliberadamente la confrontación con Roma, Bätzing respondió rotundamente: «No hay desobediencia episcopal. Presentar nuestra iniciativa como una ruptura es infundado e injusto». Insistió en que la guía se redactó en diálogo con el Dicasterio para la Doctrina de la Fe y que evitaba deliberadamente fórmulas litúrgicas como las criticadas por el Papa.
La tensión, entonces, radica menos en la oposición doctrinal que en cuestiones de tono y percepción. Si bien el Papa advirtió contra la ritualización de las bendiciones, los obispos alemanes se consideran a sí mismos ofreciendo herramientas pastorales para ayudar a los sacerdotes a responder con compasión en una sociedad secularizada donde muchos católicos están distanciados de las estructuras tradicionales. La divergencia no radica en si las personas pueden ser bendecidas, sino en cómo salvaguardar la fidelidad a la enseñanza de la Iglesia al tiempo que se abordan las realidades vividas en las parroquias.
La reunión de Fulda también reveló que la jerarquía alemana está experimentando una consolidación interna. Bätzing anunció una reducción drástica de las comisiones episcopales —de catorce a ocho—, lo que refleja un cambio hacia áreas más amplias y estratégicas, como la familia y la educación, el diálogo ecuménico y la comunicación. Los críticos de esta reestructuración advierten que la experiencia podría diluirse; los defensores la ven como un paso necesario hacia una conferencia episcopal más sinodal y centrada.
Más allá de los debates sobre las bendiciones y la burocracia, Bätzing también ofreció una evaluación inusualmente franca de cómo le fue a la Iglesia alemana durante la pandemia del coronavirus. Si bien algunos clérigos adoptaron las plataformas digitales, muchos, admitió, tuvieron dificultades para adaptarse, lo que debilitó la atención pastoral en tiempos de crisis. La evangelización digital, afirmó, debe seguir siendo un elemento permanente de la misión de la Iglesia: «Fomenta la colaboración y abre nuevas vías de presencia pastoral incluso fuera de los espacios eclesiales».
Hay mucho en juego en este diálogo entre Alemania y Roma. Los obispos alemanes, ante una de las sociedades que se seculariza más rápidamente en Europa, argumentan que la creatividad pastoral no es un lujo, sino una necesidad.
La disputa actual podría, en última instancia, resultar menos un enfrentamiento que una prueba de si las iniciativas locales y la orientación papal pueden converger en un camino coherente hacia adelante. Como expresó Bätzing: «Los temas de nuestra conferencia episcopal deben integrarse en nuevas estructuras». Por ahora, esas estructuras —y la forma en que gestionan las bendiciones, tanto simbólicas como litúrgicas— siguen en plena construcción.
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