(ZENIT Noticias / Castelgandolfo, 19.11.2025).- Cuando el Papa León XIV salió de Villa Barberini en una fresca tarde de noviembre, la pequeña multitud congregada a lo largo del estrecho camino de Castel Gandolfo lo recibió con una mezcla de calidez y curiosidad. Los martes se han convertido discretamente en su retiro semanal del implacable ritmo de Roma, pero la pausa en la rutina papal dio paso a una conversación con periodistas: un diálogo que abarcó la guerra, la migración, el terrorismo e incluso el tenis.
El encuentro tuvo lugar el 18 de noviembre. Periodistas de diversos países habían estado esperando, conscientes de que las conversaciones informales del pontífice los martes suelen revelar más sobre su pensamiento que cualquier discurso formal.
Al preguntársele primero sobre Ucrania —aún azotada por los intensos ataques rusos—, el Papa León se negó a respaldar la idea, recientemente difundida en círculos geopolíticos y secundada públicamente por el presidente estadounidense Donald Trump, de que las concesiones territoriales podrían ser el precio de la paz. «Su constitución es muy clara», señaló, atribuyendo la responsabilidad directamente al pueblo ucraniano. Su preocupación no era teórica. “La gente muere cada día. Lo que falta es un alto el fuego. Solo a partir de ahí podrá comenzar el diálogo”.
La insistencia del Papa en un alto el fuego se hizo eco de los reiterados llamamientos del Vaticano a la negociación; sin embargo, León XIV habló con una franqueza que denotaba frustración: la guerra se ha convertido en un punto muerto extenuante, y el sufrimiento humanitario hace tiempo que superó el umbral de la urgencia moral.
Pronto, la conversación giró en torno a otro punto álgido de la política: Estados Unidos. Una carta pastoral publicada el 13 de noviembre por los obispos estadounidenses, en la que rechazaban las propuestas de deportaciones masivas de inmigrantes indocumentados, ha tenido un gran impacto en el debate público estadounidense. León XIV acogió con satisfacción la intervención de los obispos como “muy importante” e instó a los católicos —y a cualquier persona “de buena voluntad”— a tomar en serio sus palabras.
Describió la tensión entre la regulación de fronteras y la dignidad humana no como un impasse ideológico, sino como un desafío práctico. Las naciones, afirmó, tienen derecho a determinar sus fronteras. Pero añadió una advertencia: las personas que han vivido en el país durante una década o más no deben ser tratadas de manera “extremadamente irrespetuosa” ni violenta. Las declaraciones del Papa constituyeron una crítica discreta pero contundente a las recientes operaciones de represión que han desestabilizado comunidades arraigadas.
A medida que se multiplicaban las cuestiones globales, León XIV dirigió la atención a una región a menudo eclipsada hasta que la tragedia golpea: Nigeria. Advirtió que la violencia allí está devastando no solo a cristianos, sino también a musulmanes. “Hay peligro para todos”, afirmó, describiendo un panorama donde el terrorismo converge con los conflictos por la tierra y los recursos. El Papa instó a las autoridades nigerianas y a las comunidades locales a trabajar por una auténtica libertad religiosa, no solo como una garantía legal, sino como una realidad vivida capaz de desactivar las espirales de odio.
Los periodistas, conscientes de sus dos décadas como misionero en Perú, le preguntaron si tenía intención de regresar a Latinoamérica. El Papa sonrió. Viajar, dijo, siempre ha sido algo que disfruta, aunque la complejidad de los compromisos papales dificulta la planificación. Aun así, esbozó un itinerario tentativo para 2026: Fátima, Guadalupe, Uruguay, Argentina y, «por supuesto», Perú. El Año Jubilar ha dejado poco espacio para una preparación detallada, pero el deseo es innegable.
Entre las crisis mundiales y la diplomacia pastoral, la conversación derivó hacia un tema más íntimo: cómo pasa un Papa su día libre. León XIV describió una rutina sorprendentemente sencilla, y deliberadamente. Lee, nada, responde correspondencia, juega al tenis. La combinación de ejercicio y trabajo tranquilo, explicó, es esencial. «Hay que cuidar el cuerpo y el alma a la vez», dijo. Para él, esta pausa semanal «es de gran ayuda».
Pero el respiro no impidió que los periodistas plantearan un tema delicado: la investigación contra el obispo Rafael Zornoza de Cádiz y Ceuta, acusado de abusos sexuales que se remontan a la década de 1990. El Papa, con cuidado de no interferir en el proceso judicial, afirmó que los protocolos establecidos deben guiar el caso. Zornoza mantiene su inocencia, señaló el Papa, y se está llevando a cabo una investigación. León XIV expresó su esperanza de que las víctimas encuentren espacios seguros para hablar, enfatizando que la Iglesia debe permitir que las diligencias de investigación se desarrollen a fondo, aunque requieran tiempo.
El intercambio en Castel Gandolfo reflejó un pontificado que equilibra una amplia conciencia global con la inmediatez pastoral y la vulnerabilidad humana. Las respuestas de León XIV no ofrecieron sorpresas impactantes, pero revelaron a un líder que prefiere la claridad al espectáculo y que, incluso en los temas más delicados, mantiene un compromiso con el diálogo paciente, basado quizás en las tranquilas horas de los martes que pasa entre una cancha de tenis y una pila de correspondencia.
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The post Migración en USA, persecución contra cristianos, visita a latinoamérica e incluso el tenis: esto dijo el Papa a los periodistas appeared first on ZENIT – Espanol.







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