Es el propio diaconado el que está dividiendo a la Comisión de Diaconisas

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Luisella Scrosati

(ZENIT Noticias – La Bussola Quotidiana / Roma, 20.12.2025).- El 4 de diciembre de 2025 se hizo pública la síntesis de la Comisión de Estudio sobre el Diaconado Femenino, presentada al Santo Padre el pasado 18 de septiembre. El documento, que lleva la firma del cardenal Giuseppe Petrocchi, arzobispo emérito de L’Aquila, en calidad de presidente de la Comisión, y del secretario, el teólogo mons. Denis Dupont-Fauville, ofrece los resultados globales del trabajo de la Comisión para profundizar en el status quaestionis relativo a la posibilidad y eventual modalidad de un diaconado femenino en la Iglesia católica.

La Comisión, formada por diez miembros —cinco hombres y cinco mujeres—, fue creada por el papa Francisco en 2020, para continuar la labor de una Comisión anterior, también establecida por el mismo Pontífice en 2016, presidida por el entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Luis Francisco Ladaria Ferrer. La primera Comisión concluyó sus trabajos en 2018, presentando la síntesis al Papa en diciembre de ese mismo año, resultado que hasta hoy permanece prácticamente desconocido.

El cardenal Petrocchi señaló la presencia de dos corrientes teológicas dentro de la Comisión que él presidía: la primera, acogiendo la enseñanza de Lumen gentium, según la cual la ordenación diaconal no es al sacerdotium, sino al ministerium, considera que la ordenación diaconal de las mujeres no entraría en conflicto con la prohibición de la ordenación presbiteral; la segunda, aunque no niega esta distinción, insiste en recordar la unidad sustancial del sacerdocio en sus tres grados y su significado esponsal, del cual deriva la necesaria masculinidad de los candidatos. Esta división sugeriría, según el cardenal, «una línea evaluativa prudencial», acompañada de «un riguroso y amplio examen crítico llevado a cabo desde el punto de vista del “diaconado en sí mismo”», de un mayor involucramiento de las mujeres en los ministerios laicales y de la valorización de la «“diaconía bautismal” como fundamento de cualquier ministerialidad eclesial».

La síntesis presenta los resultados de las tres sesiones de trabajo, realizadas en septiembre de 2021, julio de 2022 y febrero de 2025. De la primera sesión, se dieron a conocer los resultados de las votaciones relativas a tres tesis. La Comisión expresó por unanimidad su aprobación respecto a que «al estado actual de la investigación histórica y de nuestro conocimiento de los testimonios bíblicos y patrísticos», el diaconado femenino, que se desarrolló de manera diferente en las distintas regiones de la cristiandad antigua, «no fue entendido como el simple equivalente femenino del diaconado masculino y no parece haber tenido un carácter sacramental». También por unanimidad, los miembros de la Comisión reconocieron que existen más de una interrogante sobre la «compatibilidad de la ordenación diaconal de las mujeres con la doctrina católica del ministerio ordenado».

En cambio, las opiniones personales de los diez miembros sobre la posibilidad de instituir un diaconado femenino como tercer grado del sacramento del Orden resultaron más heterogéneas. Absolutamente desfavorables a la introducción de un diaconado femenino ordenado fueron 4 miembros, frente a 5 que se opusieron a esta posición (1 voto en blanco). A favor de una posición provisionalmente desfavorable, pero abierta a desarrollos posteriores, se expresaron 4 miembros; mientras que solo 2 se mostraron absolutamente favorables a un diaconado femenino ordenado, frente a 6 en contra (2 votos en blanco). Unánime fue, en cambio, el consenso sobre la propuesta de instituir nuevos ministerios.

De la segunda sesión, la síntesis ofrece el resultado de la votación de la siguiente tesis: «El status quaestionis en torno a la investigación histórica y la indagación teológica, consideradas en sus mutuas implicaciones, excluye la posibilidad de proceder en la dirección de la admisión de mujeres al diaconado entendido como grado del sacramento del Orden». Siete votos a favor y uno en contra concluyeron que no existe fundamento histórico y teológico para sostener un diaconado femenino ordenado, aunque se reconoce al mismo tiempo que «hoy no es posible formular un juicio definitivo, como en el caso de la Ordenación sacerdotal».

La tercera y última sesión estuvo marcada por la evaluación de material externo, ya que el Sínodo había dado la posibilidad a cualquier persona de enviar contribuciones a la Comisión. La síntesis señala que el material examinado fue considerable, aunque provenía solo de veintidós sujetos, personas o grupos, en su mayoría expresión «de convicciones a menudo en conflicto con la Tradición de la Iglesia católica (y ortodoxa) de admitir al sacramento del Orden solo a hombres bautizados». La síntesis observa que muchas de estas peticiones no se limitaron «a solicitar la admisión de mujeres al sacramento del diaconado, sino que sostienen que los otros grados del Orden sagrado (presbiterado y episcopado) también deberían ser accesibles a las mujeres». En particular, estos aportes consideran «la argumentación que se basa en la masculinidad de Jesucristo […] como una visión sexista y estrecha, que conduce a la discriminación de las mujeres».

La Comisión consideró, por tanto, necesario pronunciarse sobre la accidentalidad o no de la masculinidad en relación con los candidatos al orden sagrado, y si esta puede considerarse «parte integrante de la identidad sacramental», expresión «del significado nupcial de la salvación». En esta cuestión, la Comisión se dividió aritméticamente en dos, con cinco votos a favor y cinco en contra. Mucho más amplio consenso (9 a favor contra 1 en contra) obtuvo la propuesta de confiar a los pastores la modalidad de ampliar el acceso de las mujeres a los ministerios instituidos y de crear otros nuevos.

De lo que se desprende de la síntesis, existe un consenso sustancial en que las diaconisas de la Iglesia antigua, que ni siquiera eran entendidas de manera unívoca, no eran el equivalente femenino de los diáconos; lo cual parecería cerrar la cuestión desde el punto de vista histórico. En el ámbito teológico, en cambio, el panorama se complica, y no poco; respecto al diaconado femenino ordenado, la Comisión admitió que la ordenación diaconal de las mujeres plantearía problemas de compatibilidad con la doctrina católica sobre el Orden sagrado, pero no cerró la cuestión, como demuestran las posiciones relativas a la tesis n. 5. Las consideraciones finales del presidente de la Comisión, así como la votación de la última sesión, ponen también de relieve una verdadera división, que parece depender también de la comprensión del diaconado en cuanto tal.

La sensación es que, a nivel de estudio y debate, nunca se llegará a una conclusión sustancialmente compartida. El único que puede dirimir definitivamente la cuestión es, obviamente, el Papa, quien decidirá si se pronuncia y cómo hacerlo, sin estar vinculado al parecer de la Comisión.

Traducción del original en lengua italiana bajo responsabilidad del director editorial de ZENIT.

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