(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 09.07.2025).- El miércoles 9 de julio el Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) ha hecho pública una carta a monseñor Jonáš Maxim, M.S.U., arzobispo de Prešov para los católicos de rito bizantino, en la que, tras algunas consideraciones, se comunica que el DDF acoge “su propuesta de proceder a la declaración de “nihil obstat” en merito a la devoción mariana surgida en el monte Zvir”.
La carta especifica que la “declaración, si bien no implica el reconocimiento de la autenticidad sobrenatural de las presuntas apariciones, permite, sin embargo, aprobar el culto público y comunicar a los fieles que, si lo desean, pueden acercarse sin riesgo a esta propuesta espiritual, además del hecho de que los contenidos fundamentales de los supuestos mensajes pueden ser de ayuda para vivir el Evangelio de Cristo”. Y puntualiza: “Al mismo tiempo, confiamos a su Excelencia la publicación de una recopilación de los mensajes que excluya aquellos pocas afirmaciones que puedan llevar a confusión y perturbar la fe de los sencillos”.
A continuación la carta completa en español:
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Consideraciones sobre la experiencia espiritual en el monte Zvir (Litmanová)
“Deja que Jesús te haga libre”
A Su Excelencia Rev.ma
Mons. Jonáš Maxim, M.S.U.,
Arzobispo de Prešov
para los católicos de rito bizantino
Querido hermano,
usted nos ha explicado que, en medio de la devoción mariana originada a partir de las presuntas apariciones de la Santísima Virgen María a Litmanová – entre 1990 y 1995 – «en aquel lugar, las confesiones sinceras y profundas son innumerables y no faltan, también, las conversiones». También nos ha contado como, en el curso de los años, el lugar se ha desarrollado porque ha aumentado el número de los peregrinos (su carta del 5 de febrero de 2025). Además, ha manifestado que aprecia «tantos frutos espirituales obtenidos por los peregrinos que no cesan de frecuentar el lugar, aunque hayan terminado las “apariciones” hace 30 años», y ha propuesto el juicio de nihil obstat «para acompañar pastoralmente el mencionado fenómeno» (su carta del 27 de mayo de 2025).
El análisis de los presuntos mensajes nos lleva a reconocer valiosas invitaciones a la conversión, unidas a una promesa de felicidad y libertad interior, obra de Cristo en nuestros corazones: «Dejad que Jesús os libere. Dejad que Jesús os haga libres. Y no permitáis que vuestro Enemigo limite vuestra libertad, por la que Jesús derramó tanta sangre. El alma libre es el alma de un niño» (5 de diciembre de 1993).
La misma Señora, llena de gracia, se presenta feliz: «Soy feliz» (5 de diciembre de 1993). Y lo repite como una invitación a encontrar el verdadero camino de la felicidad que comienza con el reconocimiento de ser amados incondicionalmente: «Os amo, así como sois. […] Os amo! ¡Os amo! Quiero que seáis felices pero este mundo jamás os hará felices» (7 de agosto de 1994).
Las invitaciones de varios mensajes tratan de animar a las personas mostrando que el camino del Evangelio no es complicado. Al contrario, hace la vida más sencilla, como cuando, en el silencio del corazón, Cristo nos hace renacer y nos simplifica la existencia:
«Querría pediros, como Madre, que comencéis a vivir de manera sencilla, a pensar de manera sencilla y a actuar de manera sencilla. Buscad el silencio para que el Espíritu de Cristo pueda volver a nacer dentro de vosotros» (5 de junio de 1994). «Él os quiere cada vez más sencillos» (8 de marzo de 1992).
Pero esta sencillez no debe confundirse con la superficialidad, porque la simplicidad del camino evangélico nos conduce a las profundidades de la vida y a las riquezas inagotables del amor divino:
«Queridos hijos, vosotros vivís las cosas de manera muy superficial y, precisamente porque no profundizáis, no podéis experimentar la paz y la alegría» (4 de junio de 1995).
Al encontrar la alegría y la paz en el Señor, nos convertimos nosotros mismos en «paz» para los demás: «que vosotros mismos seáis paz» (9 de julio de 1995), «para que podáis difundir la paz» (6 de septiembre de 1992). Esta llamada a la verdadera felicidad, consecuencia del saberse amados por Dios, reaparece como un camino para la evangelización: «Sé feliz porque Dios te ama y para Él eres muy importante, y transmite esta alegría a los demás, para que también ellos puedan creer, a través de tu alegría, que Dios nos ama» (9 de octubre de 1994).
La expresión “para Él eres muy importante” ayuda a comprender como la luz del amor divino nos hace reconocer nuestra dignidad. En otro momento, la Señora afirma: «Cuando os miro, veo a Dios en cada uno de vosotros. Sois un gran reflejo de Dios» (9 de julio de 1995). La invitación a aceptar el amor de Dios es constante: «No te opongas nunca a la gracia de tu Señor, que te ama locamente» (8 de agosto de 1993).
Esto implica también un llamado a comprometerse plenamente en un camino de respuesta a la iniciativa del Señor. En primer lugar, hay que aceptar libremente el amor del Señor: «Acepta las gracias preparadas hoy para ti» (8 de agosto de 1993). En consecuencia, es necesario iniciar un camino de transformación: «En nombre del Dios Santo os pido: cambiad vuestras vidas, entregad vuestras viejas vidas a mi corazón y comenzad a aprender de mi Hijo» (5 de septiembre de 1993). En el fondo, se trata de imitar a Cristo, que se entrega por amor: «Jesús se sacrificó por el pueblo, ¿por qué la gente no se sacrifica como lo hizo Jesús hace tantos años? La gente tiene muchas cosas, todo lo que quiere, y se mataría entre sí solo para tener más de estas cosas materiales. Jesús mismo nos enseñó que debemos amarnos unos a otros y perdonarnos» (18 de noviembre de 1990).
Amar a los hermanos se convierte en la síntesis de nuestra respuesta y nuestra realización:
«Me alegro inmensamente por cada sacrificio que ofrecéis por amor a los demás […] La misión de cada uno de vosotros es amar, porque la vida está hecha para eso y porque solo el amor podrá dar plenitud a vuestras vidas» (5 de febrero de 1995).
Al mismo tiempo, en estos presuntos mensajes encontramos algunas ambigüedades y aspectos poco claros, pero este hecho debe discernirse teniendo en cuenta lo que bien explicó la Comisión Doctrinal en su informe del 20 de abril de 2011: «Las [presuntas videntes] testifican que durante un encuentro María les transmitió un mensaje [que] ellas interpretaron posteriormente de forma pública» y que «la comunicación se producía a través de un modo interno particular», que la destinataria «ni siquiera sabía nombrar y, por lo tanto, la expresión verbal final de los mensajes es una [estilización] e interpretación de la [vidente]». De hecho, cuando se le preguntó en qué idioma se comunicaba con la Virgen, Ivetka respondió: «No utilizamos ningún lenguaje cuando hablamos» (8 de agosto de 1993).
Este hecho permite aceptar el valor general de los presuntos mensajes, al tiempo que exige una aclaración de algunos (pocos) de ellos, como el mensaje referido a la posibilidad de que una persona concreta no sea perdonada o que en una región del mundo casi todas las personas estén condenadas (24 de febrero de 1991), o incluso que «la causa de toda enfermedad es el pecado» (2 de diciembre de 1990), que no pueden considerarse aceptables y, por lo tanto, no son aptos para su publicación. Pero asumiendo que se trata solo de una expresión limitada y confusa de una experiencia interior, podrían entenderse adecuadamente al insertarse en el contexto general de los demás mensajes: si encontrar el amor de Cristo nos hace felices, cerrarse a su amor nos arruina la existencia, la convierte en un fracaso y es fuente de sufrimiento.
Estas consideraciones permiten al Dicasterio para la Doctrina de la Fe acoger su propuesta de proceder a la declaración de “nihil obstat” en merito a la devoción mariana surgida en el monte Zvir. Esta declaración, si bien no implica el reconocimiento de la autenticidad sobrenatural de las presuntas apariciones, permite, sin embargo, aprobar el culto público y comunicar a los fieles que, si lo desean, pueden acercarse sin riesgo a esta propuesta espiritual, además del hecho de que los contenidos fundamentales de los supuestos mensajes pueden ser de ayuda para vivir el Evangelio de Cristo. Al mismo tiempo, confiamos a su Excelencia la publicación de una recopilación de los mensajes que excluya aquellos pocas afirmaciones que puedan llevar a confusión y perturbar la fe de los sencillos.
Con afecto y reconocimiento en el Señor y en María Santísima.
Víctor Manuel Card. Fernández
Prefecto
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