(ZENIT Noticias / Albano, 15.07.2025).- El Papa León XIV pasó parte de su martes 15 de julio en el tranquilo claustro de las Clarisas de Albano, al sur de Roma. La visita, sencilla pero llena de significado, tuvo lugar tras su misa matutina en la Capilla de los Carabineros de Castel Gandolfo.
El Santo Padre llegó discretamente al Monasterio de la Inmaculada Concepción, donde la comunidad de monjas contemplativas lo recibió en silencio y reverencia. Entró en la capilla y se arrodilló en oración compartida junto a las hermanas.
Más tarde, en la sala capitular, el Papa saludó personalmente a cada hermana. Sus palabras fueron breves pero emotivas: «Es bueno para la Iglesia conocer vuestra vida», les dijo, reafirmando el testimonio oculto de quienes rezan tras los muros del claustro. Su vida tranquila, sugirió, no es olvidada por la Iglesia, sino atesorada.
Antes de partir, el Papa León entregó a la comunidad un cáliz y una patena para la celebración de la Eucaristía, dones que combinan su aprecio por la vocación contemplativa con su propia devoción a la liturgia. Las monjas, a su vez, le ofrecieron un icono del Santo Rostro de Jesús, signo de sus oraciones por las cargas que lleva.
No fue un acontecimiento importante a los ojos del mundo. Pero en el ritmo oculto de la Iglesia, momentos como estos resuenan con fuerza: un pastor que se adentra en el silencio para orar con quienes sostienen a la Iglesia con su fidelidad invisible.
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