(ZENIT Noticias / Washington, 02.08.2025).- Tras dos décadas de drásticos cambios en la identidad religiosa, Estados Unidos parece haber alcanzado una especie de calma. Pero es la calma de un río que ha cambiado de cauce: sigue fluyendo, sigue reconstruyendo sus márgenes y sigue redefiniendo el mapa espiritual de la vida estadounidense.
Según
Pero esta estabilidad superficial enmascara corrientes generacionales más profundas. El declive a largo plazo de la afiliación cristiana en Estados Unidos, especialmente entre los protestantes, no se ha debido a un cambio cultural repentino, sino a la lenta y constante evolución generacional. Los estadounidenses más jóvenes están reemplazando a las cohortes de mayor edad, más tradicionalmente religiosas, con perfiles espirituales marcadamente diferentes.
En el año 2000, más de la mitad de los estadounidenses (el 57 %) se identificaban como protestantes o cristianos no confesionales. Una cuarta parte eran católicos y solo el 8 % afirmaba no tener ninguna afiliación religiosa. Hoy en día, la proporción de protestantes ha disminuido 12 puntos porcentuales y la de católicos, 4. Mientras tanto, la de quienes no tienen afiliación religiosa —a menudo llamados «ningunos»— casi se ha triplicado.
Este cambio es más marcado entre los menores de 44 años. Más del 30 % de los millennials y miembros de la Generación Z (de 18 a 43 años en 2024) afirman no tener preferencia religiosa. Entre los baby boomers, esa cifra se reduce a alrededor del 13%, y a menos del 10% en la llamada Generación Silenciosa. En estos grupos de adultos más jóvenes, los no afiliados ahora rivalizan con los protestantes como la categoría espiritual más numerosa, una señal discreta pero reveladora de transformación.
Aun así, la mayoría de los estadounidenses (el 69%) sigue identificándose con una denominación cristiana. Solo el 4% se adhiere a religiones no cristianas, como el judaísmo (2,2%), el mormonismo (1,5%) y, en menor proporción, el islam, el budismo, el hinduismo y el cristianismo ortodoxo. Otro 6% se identifica como «espiritual» o no ofrece ninguna respuesta específica.
La brecha de edad no se limita a si las personas pertenecen a una religión, sino a «qué» religión profesan. Si bien el protestantismo ha experimentado los descensos más pronunciados a lo largo de las generaciones, la identidad católica también se ha debilitado, aunque de forma menos drástica. En las generaciones mayores, más del 70% todavía se identifica como cristiano, a menudo fuertemente vinculado a las tradiciones denominacionales. En la Generación Z y los millennials, esa cifra se sitúa por debajo del 60%.
La presencia de afiliaciones no cristianas sigue siendo limitada en general, pero también revela matices generacionales. Aproximadamente el 2% de los adultos de la Generación Z se identifican como musulmanes, en comparación con menos del 1% en la generación de sus abuelos. Los jóvenes estadounidenses no solo son más propensos a rechazar la religión formal, sino que también son más propensos, cuando se afilian, a elegir una religión fuera de la corriente cristiana tradicional.
Es importante destacar que esta evolución no es «solo» resultado de un relevo generacional. Incluso dentro de cada cohorte de edad, más adultos han optado por la desafiliación religiosa con el tiempo. En la Generación X, los baby boomers y la Generación Silenciosa, Gallup observa un patrón consistente: cada década, la proporción de «ninguno» aumenta de dos a tres puntos. Entre los millennials, ese aumento es aún más pronunciado: un salto de ocho puntos en la década de 2000, seguido de siete puntos más en los últimos diez años.
Y esta desafiliación a menudo se produce a expensas directas de la identificación cristiana. Para los millennials, un aumento de 15 puntos porcentuales en quienes no profesan religión desde el año 2000 se corresponde con pérdidas equivalentes en las identidades protestante y católica.
¿Qué significa esto para el futuro de la religión en Estados Unidos? Si se mantienen las tendencias actuales, Gallup sugiere que la afiliación cristiana podría descender por debajo del 50 % una vez que los millennials se conviertan en la generación mayor del país, o incluso antes, si la Generación Z y las siguientes cohortes mantienen su distancia de la religión organizada.
No hay evidencia de una revuelta cultural drástica ni de un rechazo masivo a la fe. Pero sí hay una reestructuración silenciosa, impulsada por generaciones, de la religiosidad estadounidense: una redefinición no solo de lo que la gente cree, sino también de si siente alguna necesidad de pertenecer. La mayoría cristiana no ha desaparecido, pero ya no es algo seguro. El futuro de la fe estadounidense no dependerá de revertir esa tendencia, sino de comprender las preguntas más profundas que la sustentan.
Gracias por leer nuestros contenidos. Si deseas recibir el mail diario con las noticias de ZENIT puedes suscribirte gratuitamente a través de
The post
Leave a Reply