(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 02.08.2025).- Pascale Rafic, una joven católica egipcia de 18 años, falleció en Roma mientras se trasladaba a la parroquia donde se hospedaría, junto a otros jóvenes católicos de Egipto, en el contexto del Jubileo de la Juventud. La joven falleció por un paro cardiaco. En ese contexto, el sábado 2 de agosto el Papa León XIV recibió a todo el grupo de peregrinos egipcios en una de las salas adyacentes del Aula Pablo VI. Ofrecemos a continuación la traducción al castellano de las palabras que León XIV dirigió a los jóvenes:
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Queridos hermanos y hermanas, la paz esté con ustedes:
Esta mañana temprano recibí la triste noticia de que una compañera de ustedes, una peregrina que viajaba con ustedes en este peregrinaje, su hermana en la fe, falleció inesperadamente anoche, creo. Y por supuesto, la tristeza que provoca la muerte en todos nosotros es algo muy humano y muy comprensible, especialmente estando tan lejos de casa y en una ocasión como esta, en la que realmente nos reunimos para celebrar nuestra fe con alegría. Y de pronto, se nos recuerda de una manera muy fuerte que nuestra vida no es superficial, que no tenemos control sobre ella, ni sabemos, como dice el mismo Jesús, ni el día ni la hora en que, por alguna razón, nuestra vida terrenal termina.
Pero como también aprendemos en el Evangelio, lo que Marta y María descubrieron cuando su hermano Lázaro había muerto, y cuando Jesús no estaba con ellas al principio, sino que llegó varios días después de su muerte, es que Jesús es la vida y la resurrección.
Y así, de algún modo, al celebrar este Año Jubilar de la Esperanza, se nos recuerda con gran fuerza cuán profundamente nuestra fe en Jesucristo debe formar parte de lo que somos, de cómo vivimos, de cómo valoramos y respetamos al otro, y especialmente, de cómo seguimos adelante a pesar de experiencias tan dolorosas.
San Agustín nos dice que, cuando alguien muere, es muy humano y muy natural llorar, sentir ese dolor, sentir la pérdida de alguien querido para nosotros, y sin embargo también dice: no lloren como lo hacen los paganos, porque nosotros también hemos visto a Jesucristo morir en la cruz y resucitar de entre los muertos. Y es nuestra esperanza en la resurrección la que constituye la fuente última de nuestra esperanza. Y hablamos de un Año Jubilar de la Esperanza: nuestra esperanza está en Jesucristo, que ha resucitado. Él nos llama a todos a renovar nuestra fe, a ser amigos, hermanos y hermanas unos de otros, a sostenernos mutuamente, y nos dice: ustedes también deben ser testigos de ese mensaje evangélico. Y para todos ustedes, esto ha tocado sus vidas hoy de una manera muy personal y directa.
Por eso pensamos que, al menos en medio de este dolor que todos ustedes experimentan por la pérdida de su amiga, esta podía ser una oportunidad para reunirse, para rezar, para renovar la fe y pedirle a Dios tanto el descanso eterno para nuestra hermana como también fortaleza y consuelo: fortaleza para nuestra fe, y renovación en la esperanza. Y como Iglesia, como hermanos y hermanas, nos hemos reunido por esa razón.
Así que pedimos al Señor que esté con nosotros, que esté con todos ustedes mientras viven estos días del peregrinaje en este Año Jubilar de la Esperanza, y que todos ustedes sean también protegidos por el amor y la gracia de Dios.
El Señor esté con ustedes. Que la bendición de Dios todopoderoso descienda sobre todos ustedes, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Que Dios esté con ustedes y les conceda la paz en sus corazones.
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