(ZENIT Noticias / Roma, 22.12.2025).- A principios de enero de 2026, la Iglesia Católica vivirá un momento decisivo. El Papa León XIV convocó a todo el Colegio Cardenalicio a Roma para dos días de reuniones, los días 7 y 8 de enero, un gesto que va mucho más allá de una simple reunión rutinaria. El consistorio, que se celebrará inmediatamente después de la conclusión del Año Santo en la Solemnidad de la Epifanía, marcará el primer esfuerzo estructurado del nuevo Papa para definir su propia forma de gobernar la Iglesia universal.

El anuncio, confirmado el 20 de diciembre por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, pone fin a semanas de especulaciones en el Vaticano. Hasta ahora, los primeros meses de León XIV han estado absorbidos en gran medida por el exigente ritmo del Jubileo: encuentros con peregrinos, liturgias especiales y audiencias ligadas al calendario del Año Santo. Paralelamente a esta agenda pública, también ha estado trabajando en asuntos pendientes heredados del largo pontificado del Papa Francisco. Esta combinación dejó poco espacio para articular una visión personal del gobierno.

El consistorio de enero cambia el tono. Por primera vez desde su elección el 8 de mayo de 2025 como el primer papa con raíces estadounidenses y peruanas, León XIV invita formalmente a los cardenales del mundo a asistirlo en el discernimiento. La decisión es notable no solo por su oportunidad, sino también por su alcance: todos los cardenales con capacidad para viajar han sido convocados, lo que subraya el deseo del papa de escuchar las voces de todos los continentes y culturas eclesiales.

Según el comunicado del Vaticano, la reunión tendrá un carácter deliberadamente consultivo. No se nombrarán nuevos cardenales ni se realizará una agenda ceremonial. En cambio, las jornadas se estructurarán en torno a la oración, la reflexión y el intercambio abierto, con el objetivo explícito de apoyar al papa en lo que el comunicado describe como su «alta y exigente responsabilidad» en el gobierno de la Iglesia. El énfasis en la fraternidad y el discernimiento compartido sugiere un estilo de liderazgo que busca la amplitud en lugar de depender de un pequeño círculo interno.

Esto representa un cambio sutil pero real respecto al pontificado anterior. El Papa Francisco hizo un uso limitado de los consistorios como instrumentos de gobierno, prefiriendo en cambio confiar en un grupo compacto de asesores de confianza, en particular el Consejo de Cardenales. La decisión de León XIV de convocar al Colegio en pleno en una etapa tan temprana indica la voluntad de reactivar un mecanismo colegial más tradicional, sin abandonar las prioridades pastorales que han moldeado a la Iglesia en las últimas décadas.

Si bien la Santa Sede no ha confirmado oficialmente la agenda, los medios italianos informan que es probable que tres grandes áreas enmarquen los debates: el gobierno de la Iglesia, el futuro de la sinodalidad y las cuestiones relacionadas con la liturgia. Si estos temas se abordan, el consistorio podría ofrecer pistas importantes sobre cómo León XIV pretende equilibrar la continuidad con la recalibración, especialmente en un momento en que los debates sobre la autoridad, la participación y el culto siguen siendo sensibles en toda la Iglesia mundial.

El contexto añade un mayor peso simbólico. El consistorio tendrá lugar inmediatamente después del cierre de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, poniendo fin al Jubileo. Esta secuencia sugiere una transición deliberada: de un año marcado por la peregrinación y la esperanza a una fase centrada en el discernimiento interno y la dirección estratégica. Una misa prevista para el 8 de enero subrayaría el marco espiritual del encuentro.

En términos vaticanos, un consistorio es más que una reunión. Su propio nombre, derivado del latín «consistere», evoca el acto de permanecer juntos. Al elegir este formato en el umbral de un nuevo año, León XIV parece estar definiendo el inicio de su pontificado no mediante decretos ni grandes discursos, sino a través de la escucha. Para un papa que aún es observado de cerca por obispos y fieles, la reunión de enero bien podría ser el momento en que su liderazgo comience a tomar una forma más clara y personal.

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