(ZENIT Noticias / Nigeria, 23.12.2025).- Las puertas de la escuela católica St. Mary’s, en el estado rural de Níger, aún no han vuelto a la normalidad, pero para decenas de familias en el centro de Nigeria, esta Navidad llega con un regalo inesperado: sus hijos vuelven a casa.
Las autoridades nigerianas confirmaron el 21 de diciembre la liberación del último grupo de estudiantes y personal secuestrado del internado católico de Papiri el mes pasado, poniendo fin a uno de los mayores secuestros escolares que el país ha presenciado en los últimos años. Alrededor de 130 personas, entre alumnos y personal, recuperaron la libertad tras semanas de cautiverio, poniendo fin a una terrible experiencia que había atraído la atención nacional e internacional.
El ataque tuvo lugar en la madrugada del 21 de noviembre, cuando hombres armados irrumpieron en St. Mary’s, abrumando las medidas de seguridad y secuestrando a cientos de estudiantes y profesores. En la confusión posterior, decenas de personas lograron huir a las zonas rurales circundantes, mientras que otras fueron liberadas gradualmente durante las semanas siguientes. Sin embargo, un grupo considerable seguía desaparecido, prolongando la angustia tanto de las familias como de las autoridades eclesiásticas.
Según portavoces del gobierno, la liberación final fue resultado de una operación dirigida por la inteligencia militar; sin embargo, como es habitual en estos casos, las autoridades no ofrecieron detalles. Se esperaba que los estudiantes fueran trasladados a Minna, la capital del estado, donde se planeaban reuniones con sus padres pocos días antes de las celebraciones navideñas. La presidencia insistió en que nadie permanecía cautivo.
La falta de transparencia, sin embargo, no ha disipado las dudas persistentes. La policía nigeriana reconoció inicialmente que pronto se revelaría más información sobre varias personas desaparecidas, y la experiencia ha enseñado a las comunidades a tratar las cifras oficiales con cautela. En el caos de los secuestros masivos, algunos estudiantes escapan por su cuenta, otros se esconden en aldeas remotas, y la confirmación suele llegar con lentitud.
Ningún grupo se ha atribuido la responsabilidad del secuestro de Papiri. Residentes locales y analistas de seguridad apuntan, en cambio, a las redes criminales armadas que operan actualmente en gran parte del norte y centro de Nigeria. Estos grupos, a menudo descritos como bandidos, han convertido a escolares y viajeros en mercancías, aprovechando la precaria seguridad, los vastos territorios rurales y las comunidades empobrecidas para obtener rescates.
El secuestro de St. Mary no fue un hecho aislado. Formó parte de una oleada más amplia de secuestros masivos que ha azotado Nigeria en los últimos meses, incluyendo ataques similares en el vecino estado de Kebbi y el secuestro de fieles de una iglesia en el estado de Kwara, todos ellos posteriormente liberados. Cada incidente refuerza un patrón sombrío: asaltos repentinos, negociaciones prolongadas realizadas en gran medida a escondidas del público y, finalmente, liberaciones acompañadas de silencio oficial.
Ese silencio alimenta la especulación. Si bien las autoridades nigerianas niegan sistemáticamente el pago de rescates, los arrestos son poco frecuentes, los procesamientos aún más raros, y la lógica económica de los secuestros permanece intacta. Los expertos en seguridad creen ampliamente que los acuerdos financieros, ya sea directamente o a través de intermediarios, siguen sustentando muchos de estos «rescates».
Para el presidente Bola Tinubu, la resolución del caso de Santa María ofrece un alivio temporal en medio de la creciente presión por la crisis de seguridad del país. El escrutinio internacional se ha intensificado, en particular tras las acusaciones internacionales de que las comunidades cristianas son atacadas de forma desproporcionada. El gobierno rechaza las acusaciones de persecución religiosa, presentando la violencia como oportunismo criminal en un entorno de seguridad frágil.
Para la Iglesia católica en Nigeria, el episodio reabre dolorosas preguntas sobre la seguridad de las instituciones religiosas y la atención pastoral a las comunidades traumatizadas. Obispos y clérigos han advertido repetidamente que las escuelas y parroquias son cada vez más vulnerables, incluso mientras continúan atendiendo a poblaciones con pocas alternativas.
Esta liberación cierra un capítulo, pero no resuelve la crisis más profunda que posibilitó su secuestro. Hasta que Nigeria rompa el ciclo de secuestros con fines de lucro, cada reencuentro corre el riesgo de convertirse en un simple interludio antes de la siguiente redada nocturna, el siguiente grupo de padres afligidos y la siguiente escuela obligada a guardar silencio.
Gracias por leer nuestros contenidos. Si deseas recibir el mail diario con las noticias de ZENIT puedes suscribirte gratuitamente a través de este enlace.
The post Libertad antes de Navidad: Terminan los secuestros en St. Mary’s, Nigeria, pero persisten las preguntas appeared first on ZENIT – Espanol.


Leave a Reply