(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 06.10.2025).- Por la mañana del lunes 6 de octubre, en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico, el Papa León XIV concedió una audiencia privada a los miembros del Consejo de Administración de los Caballeros de Colón. Se trata de la organización católica laica más grande del mundo. Gracias al apoyo económico de los Caballeros de Colón, en 2024 la Basílica de San Pedro pudo realizar una limpieza profunda del Baldaquino y el altar de la cátedra. Esto también ha quedado evidenciado en el discurso del Papa que ofrecemos traducido al castellano a continuación:

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En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

¡La paz esté con ustedes!

Excelencia, queridos amigos:

Me alegra darles la bienvenida esta mañana a todos los miembros del Consejo de Administración de los Caballeros de Colón, así como a sus familias que los acompañan en esta peregrinación dentro de este Año Jubilar de la Esperanza. Qué importante es, en sí misma, esa palabra: esperanza.

Decenas de millones de fieles han venido también a Roma en este Año Santo para visitar las tumbas de los Apóstoles, atravesar las Puertas Santas y fortalecerse en su fe. Una de las obras de arte que sin duda contemplan al pasar por la Puerta Santa y entrar en la Basílica es el baldaquino de Gian Lorenzo Bernini, que hoy resplandece con toda su belleza original tras la primera restauración integral de su historia. Otra, en el ábside de la Basílica, es el hermoso monumento de bronce de Bernini que protege la Cátedra de San Pedro, también renovado en la misma ocasión. Estas obras maestras ayudan a todos los que las contemplan a meditar sobre dos de los pilares principales de nuestra fe: la presencia real de Jesús en la Eucaristía y el Papa como Sucesor de Pedro, que une y guía a la Iglesia.

Deseo expresar mi profundo agradecimiento a los Caballeros de Colón por su generosidad al hacer posibles estos proyectos. Son un signo visible de su constante devoción al Vicario de Cristo. A lo largo de su historia, la Orden ha apoyado la obra caritativa del Romano Pontífice de diversas maneras, entre ellas mediante el “Fondo Vicarius Christi”, que le permite manifestar su solidaridad con los pobres y los más vulnerables de todo el mundo.

A través de las diversas iniciativas emprendidas por los Consejos locales, ustedes y sus hermanos Caballeros procuran también llevar la compasión y el amor del Señor a sus comunidades, mediante su empeño en defender la santidad de la vida humana en todas sus etapas, asistir a las víctimas de la guerra y de desastres naturales, y apoyar las vocaciones sacerdotales. Por estas acciones concretas, así como por sus oraciones y sacrificios cotidianos por el bien de todo el Pueblo de Dios, expreso mi sincero y caluroso reconocimiento.

Queridos hermanos y hermanas, les deseo una peregrinación fructífera y oro para que su estancia en Roma, la Ciudad Eterna, alimente su fe, los confirme en la esperanza y profundice su amor por la Iglesia. De este modo, puedan fortalecerse para continuar la noble misión iniciada por su ilustre fundador.

Con estos sentimientos, encomiendo a todos ustedes a la intercesión de Nuestra Señora, María, Madre de la Iglesia, y del Beato Michael McGivney, y con gusto imparto mi bendición a cada uno de ustedes, a sus familias y a sus seres queridos. Muchas gracias.

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