(ZENIT Noticias / Milán, 14.11.2025).- Las llamas arrasaron las tranquilas colinas del norte de Italia la noche del 11 de octubre, destruyendo siglos de oración, arte y silencio. El Monasterio de Bernaga, un convento del siglo XVII en La Valletta Brianza, cerca de Milán, quedó reducido a piedra calcinada y cenizas en tan solo unas horas. Veintidós monjas de clausura huyeron en la noche, guiadas únicamente por las luces de emergencia y el instinto de proteger la vida de oración que había definido su existencia.
Fundado en 1628, Bernaga fue más que un monumento arquitectónico. Durante generaciones, fue un fragmento vivo del patrimonio católico, un espacio donde el tiempo parecía ralentizarse al ritmo de las campanas. También tuvo una resonancia especial para los fieles de todo el mundo: fue allí donde Carlo Acutis, el joven santo experto en informática canonizado en septiembre por el Papa León XIV, recibió su Primera Comunión. La pequeña capilla donde el niño se arrodilló junto a su madre es ahora una ruina ennegrecida, con las velas fundidas en el suelo.
The Italian fire responded to a blaze at a hillside village in Lombardy that broke out on the roof of the Monastery of Bernaga in La Valletta Brianza pic.twitter.com/RnX8LLnmlm
— Reuters (@Reuters) October 12, 2025
Según las investigaciones preliminares, el incendio pudo haber sido causado por un cortocircuito eléctrico en una de las habitaciones de las hermanas. En el momento en que sonó la alarma, la comunidad se encontraba reunida en el salón común escuchando la oración del Papa por la paz. La evacuación fue rápida y ordenada gracias a la intervención de nueve brigadas de bomberos de Lecco, Monza Brianza y Como. Nadie resultó herido, aunque los daños al patrimonio del monasterio se describen como «irreparables».
El alcalde Marco Panzeri lo calificó de «catástrofe inconmensurable, una herida en nuestra memoria y nuestra alma». Los bomberos combatieron las llamas durante la noche, utilizando camiones con escalera y cisternas de agua, pero el antiguo ala que albergaba iconos religiosos, manuscritos y pinturas no pudo salvarse.
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Al revelar la magnitud de la destrucción, las campanas de la iglesia local repicaron, no en señal de luto, sino en señal de oración. La diócesis de Milán ya se ha comprometido a ayudar a reconstruir el monasterio, que las monjas insisten en que resurgirá. “Donde el fuego trajo destrucción, la fe traerá renovación”, dijo el párroco durante la misa dominical, haciéndose eco de la resiliencia de una comunidad que no está dispuesta a dejar que el lugar sagrado se desvanezca en la historia.
Para los fieles que ven en Carlo Acutis un símbolo de santidad juvenil y evangelización digital, la tragedia de Bernaga tiene un significado más profundo. El lugar que alimentó el primer encuentro de un santo con la Eucaristía ahora exige un nuevo comienzo, uno moldeado por la misma confianza en la divina providencia que Acutis encarnó.
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