(ZENIT Noticias / Roma, 01.11.2025).- Cuando el Papa León XIV firmó el decreto que concede indulgencia plenaria a los peregrinos que visitan los santuarios de la Madre Tres Veces Admirable, Reina y Vencedora de Schoenstatt, hizo más que otorgar un privilegio espiritual. Renovó una corriente centenaria de devoción mariana que ha moldeado silenciosamente la espiritualidad católica en todo el mundo.

La indulgencia, anunciada al inicio del jubileo centenario de las Hermanas de María de Schoenstatt, está disponible del 1 de octubre de 2025 al 4 de noviembre de 2026. Abarca a todos aquellos que, con sincero arrepentimiento y amor, peregrinan al Santuario original de Schoenstatt en Vallendar, Alemania, o a cualquiera de los cientos de santuarios y capillas afiliados repartidos por los continentes.

Según el decreto de la Penitenciaría Apostólica, esta gracia está abierta no solo a los miembros del Instituto, sino a cualquier fiel que se una espiritualmente a las intenciones del jubileo. De acuerdo con la larga tradición católica, la indulgencia también puede ofrecerse por un alma difunta.

El Movimiento de Schoenstatt, nacido a la sombra de la Primera Guerra Mundial, siempre ha combinado una profunda piedad mariana con una llamada a la renovación interior. En un comunicado, el movimiento describió la indulgencia como «una llamada divina —a través de la Iglesia— a una purificación más profunda del corazón». Las Hermanas de María, que constituyen una de las ramas más visibles del movimiento, ven este año jubileo como un momento crucial: un tiempo, como escribieron, en el que «la gracia de Dios nos sostiene con mayor intensidad en los albores de una nueva era para nuestra familia».

El decreto detalla las condiciones espirituales para recibir la indulgencia plenaria: la confesión, la comunión, la oración por las intenciones del Papa —incluyendo el Padre Nuestro, el Credo y la invocación a María como Reina de la Paz y Madre de la Misericordia—, junto con actos de penitencia y caridad. Se anima a los peregrinos a dedicar tiempo a la oración silenciosa y la reflexión ante el Santísimo Sacramento o a la devoción mariana en el santuario.

Para muchos devotos de Schoenstatt, esta indulgencia no se trata solo de un beneficio espiritual, sino de continuidad. Ahora, más de un siglo después, esa alianza sigue extendiéndose a través de familias, parroquias y comunidades religiosas inspiradas por el carisma de Schoenstatt. La indulgencia del centenario, en este sentido, es a la vez una celebración y una invitación: una invitación a redescubrir lo que significa renovarse interiormente bajo la mirada maternal de María.

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